La conjuntivitis, una inflamación de la membrana transparente que recubre la parte interna del párpado y la parte superficial del globo ocular, es una de las afecciones oculares más frecuentes. El tejido que forma la conjuntiva es muy reactivo y se irrita ante la menor lesión, dando lugar a la conjuntivitis «bulbar» (si afecta a la conjuntiva del globo ocular) o a la conjuntivitis «palpebral» (si afecta a la conjuntiva del párpado).
El ojo rojo
Éste es el nombre que popularmente recibe la inflamación de la conjuntiva, cualquiera que sea su origen, ya que se manifiesta por enrojecimiento, lagrimeo, picor e incluso dolor del ojo. Sus causas son múltiples, pero entre las más importantes se cuentan el glaucoma, la inflamación del iris o iritis y la conjuntivitis. Esta última puede ser a su vez de varias clases: infecciosa, alérgica o física.
Un enrojecimiento de toda la conjuntiva es signo de conjuntivitis, especialmente si se acompaña de abundantes legañas. Sin embargo, un enrojecimiento sólo alrededor de la córnea puede ser signo de glaucoma. Las conjuntivitis son molestas y pueden producir una sensación de quemazón, pero no de dolor como en el caso de un glaucoma. El reflejo de contracción del iris ante una luz (reflejo fotomotor) se mantiene intacto en la conjuntivitis, pero se pierde casi del todo si se trata del glaucoma. En cualquier caso, es el oftalmólogo el especialista capacitado para dar un diagnóstico. La inflamación del iris o iritis se distingue porque, además del enrojecimiento de la zona que rodea la córnea, se observa una pupila algo más pequeña e irregular, y produce un dolor fuerte.
Las causas de una conjuntivitis
Las cuatro causas principales de una conjuntivitis son: infecciones por bacterias, infecciones por virus, alergias e irritación por causas físicas. Las bacterias que producen conjuntivitis son el gonococo, un germen que se encuentra más frecuentemente en el recién nacido pero también puede causar conjuntivitis en el adulto con gonorrea. Aunque no sea propiamente una bacteria, la Clamidia tracomatis es otro de los gérmenes que pueden causar conjuntivitis y tracoma, con posterior ceguera si no se tratan con antibióticos del tipo de las tetraciclinas o con eritromicina.
Las conjuntivitis víricas son las más comunes y pueden ser causas por muchos virus, aunque principalmente se trata de virus respiratorios (adenovirus, etc..) y suelen acompañar a otros síntomas más llamativos como la mucosidad nasal, tos, faringitis, etc… Su tratamiento incluye la limpieza ocular y la administración de colirios o pomadas antibióticas para evitar sobreinfecciones. Son muy contagiosas.
Un remedio tan antiguo como popular y eficaz, consiste en emplear una infusión tibia de manzanilla para lavar los ojos de quienes padecen algún tipo de inflamación.
Las alergias producen conjuntivitis agudas que acompañan de forma característica por un intenso picor ocular y lagrimeo intenso. Su presencia coincidiendo con la primavera o cuando el sujeto está en contacto con animales (o con aquello a lo que sabe es alérgico), permite hacer un diagnóstico fiable. Su tratamiento con corticoides o con antialérgicos debe estar indicado por el oftalmólogo, dado el riesgo que conlleva la administración de corticoides en los tratamientos del ojo.
Las causas físicas de la conjuntivitis son generalmente los cuerpos extraños, pero también pueden ser la luz intensa (la conjuntivitis de los esquiadores es muy molesta), el viento o ciertos productos tóxicos en forma de gas.
Un remedio tan antiguo como popular y eficaz, consiste en emplear una infusión tibia de manzanilla para lavar los ojos de quienes padecen algún tipo de inflamación.