Conforme avanzan los años, los problemas para conciliar el sueño y los despertares nocturnos pueden llegar a incrementarse. En algunas ocasiones, estos trastornos pueden ir de la mano de otro tipo de enfermedades. Se calcula que la apnea del sueño afecta aproximadamente al 60% de las personas mayores de 65 años.
Según el Área del Sueño de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), el síndrome de la apnea del sueño está presente en el 4-6% de los hombres y en el 2-4% de las mujeres, incrementándose hasta en un 20% en el caso de los ancianos.
Lejos de ser un caso esporádico, la apnea del sueño es un problema presente cada vez en un número mayor de personas, especialmente, a partir de la tercera edad. El Síndrome de la Apnea Obstructiva del Sueño (SAHS) consiste en la relajación y contracción de los músculos encargados de controlar la lengua y el paladar blando, provocando ronquidos y dificultades para poder respirar. La obstrucción de las vías respiratorias puede extenderse durante un período de al menos 10 segundos, dificultando así la correcta oxigenación de la sangre.
La apnea del sueño genera una sensación de asfixia en el paciente, a la par que de angustia, ya que verá frustrados sus intentos por conciliar el sueño, afectando igualmente a la persona que descansase a su lado. Pero, ¿cuáles son las consecuencias de este trastorno? Quienes la padecen presentan un estado de somnolencia y cansancio diurno bastante importante, lo cual les afecta a la hora de concentrarse y les mantiene despistados e irascibles durante todo el día. A todo ello habría que sumar otros problemas como fuertes dolores de cabeza, aumento del deseo de orinar durante la noche y pérdida del apetito sexual (algunos hombres pueden contraer impotencia y algunas mujeres alteraciones en su menstruación).
El tratamiento con CPAP reduce los efectos de la apnea del sueño
La consecuencia más grave es que la apnea del sueño puede derivar en otras enfermedades como hipertensión, ictus, insuficiencia cardiaca y cardiopatía isquémica. De hecho, investigadores del SEPAR apuntan a que el síndrome de la apnea del sueño supone un factor de riesgo cardiovascular importante en personas ancianas. No obstante, un tratamiento a tiempo con un dispositivo de presión positiva continua (CPAP – una máquina que proporciona aire de forma continuada a la vía respiratoria superior a través de una mascarilla mientras la persona duerme) contribuiría a la reducción del riesgo en el paciente y a que éste, al dormir con mascarilla, pudiese dormir plácidamente durante la noche. Precisamente, a principios del siglo XXI, dichos investigadores analizaron cómo la tasa de mortalidad cardiovascular en pacientes tratados con CPAP era tan solo del 0’98, a diferencia de las cifras superiores al 2’25 de las personas no tratadas.
Al igual que otras muchas enfermedades presentes en la tercera edad, la apnea del sueño se puede evitar si se mantiene un estilo de vida saludable, ya que tanto el tabaquismo como la obesidad son el caldo de cultivo perfecto para padecer este trastorno a edades avanzadas.
El tabaquismo o la obesidad son el caldo de cultivo perfecto para este trastorno
Lo más importante es saber detectar a tiempo este problema, de tal modo que si alguien de nuestro entorno ronca, jadea o resopla fuerte lo mejor será llevarlo a un especialista que pudiese tratarlo y comprobar si se trata de un caso de apnea del sueño.
En Hogar Salud sabemos cómo tratar a los pacientes diagnosticados con apnea del sueño, recomendándoles los mejores hábitos y supervisando su alimentación y medicación a fin de que los riesgos de dicha enfermedad se redujesen considerablemente. Nuestra profesionalidad, años de experiencia y trato cercano nos invitan a seguir trabajando cada día por nuestra vocación; servir a nuestros mayores. ¡Llámenos al 900 897 961. Queremos ayudarle! Hogar Salud, tu hogar.